5 de febrero de 2007

La Cruz de Oro - Cap. IV

La Cruz de Oro
Capitulo IV: El Herrero, el escultor.

En tiempos lejanos, donde la vida apenas era una moribunda doncella perdida en la oscuridad,
el oro brillante y puro de los dioses fue concedido al herrero sin manos ni pies,
aquel encadenado sobre una pared de mármol,
con labios mudos y bellos cabellos amarillos como rayos del sol descendiendo por su faz.

Siempre quieto en el aire, el herrero de la mirada fría y abrigadora,
el herrero de las leyendas, de los cuentos jamás contados,
creaba con su mirada las obras ocultas junto a los tesoros de dioses y demonios,
la mirada prohibida que podía con el desenfreno del alma.

La tarea fue entregada en una carta de brillantes letras, de finas escrituras,
y el herrero en su desconsuelo comenzó a crear la tumba de los condenados,
la Cruz de Oro, el manjar mas hermoso y mortal nunca antes preparado,
el fin de la existencia para aquellos que nadan contra la corriente de aquel mundo lejano.

Con lagrimas el herrero pulió cada detalle,
sin brillo en sus ojos dibujo hermosas formas en el oro,
en momentos deseo tener pies y manos,
para caminar y poder romper entre puños la creación perversa.

Su tristeza saco un llanto de sangre el cual martillo finas y fuertes cadenas en los pies de la cruz,
la mejor obra para el peor de los propósitos,
ángeles y demonios rogando piedad al cielo adornaban los confines de la sustancia brillante,
todos vivos y todos muertos.

El herrero sin nombre y apellido odio su don y su poder,
miro el techo sin poder encontrar el cielo para implorar perdón por complacerlo,
al tiempo que observo el suelo sin poder encontrar el infierno y repudiarlo por tal petición,
entonces miro la cruz y deposito en ella una ultima esperanza.

La esperanza de los que ya no tienen fe la llamo,
junto a esa ultima esperanza se fue el ultimo latir del herrero ahora decadente,
el manjar entonces estuvo listo para ser probado
la delicia entonces estuvo lista para deleitar el mas fino de los paladares.

El herrero convertido en escultor dejo caer la cabeza para que se levantara la cruz,
y dijo:”Que la esperanza de los sin fe algún día te destruya”
el ser sin voz hablo y los presentes fueron condenados al escuchar el milagro,
fueron entonces los primeros panes en ser untados.

Ellos entre la luz y las sombras sonrieron,
enceguecidos por sus poderes contemplaron como niños contemplan un nuevo juguete,
extraídos de si mismos, absorbidos por lo que ellos mismos prohibieron,
así la cruz en el limite fue plantada, y sus raíces jamás, por siglos, arrancadas.


vampiroscuro
19/01/07

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