Sintiendo,
observando como lejos en el horizonte
las formas juegan a destruir,
penetrando sobre el océano
como viejos dragones marinos,
la tierra muy al fondo se retuerce
y las lágrimas de los muertos
se hacen presentes lentas e incorpóreas.
Allá a lo lejos,
donde no hay cementerios,
donde no hay cadáveres,
aprecio,
el llanto de aquellos que no tienen un cielo,
de aquellos que no tienen un infierno,
sin Dios.
E Intento entender,
pero simplemente sigo aquí sintiendo.
Las nubes lo son todo en la distancia,
reflejando en tono de grises
son tantas las imágenes vertidas en aquella sombra,
que se hace imposible poder describir todo.
Se acerca,
las primeras lágrimas chocan contra mí,
me rompen en mil pedazos y no puedo evitar sonreír,
observar este momento,
ser testigo mudo del paraíso.
Los rayos caen y el viento los desdibuja,
la niebla se disipa y los barcos danzan salvajes,
ya no hay ataduras, ya no hay esclavitud.
Es una belleza el poder verte,
el poder palparte aun cuando ante tus ojos solo soy un punto,
más jamás siquiera un recuerdo,
aun así sé que me sientes,
sientes mi aroma a través de la brisa
y puedo decir que bailamos juntos,
yo, sintiendo la lluvia deslizándose por mi sien,
tú, oyendo mis gritos que un osado viento lleva hasta tus oídos.
Danzando en los brazos de una tormenta,
la tormenta de los caídos,
la tempestad de aquellos que no pueden moverse
y aunque, no puedo volar hasta tu alma
al menos siente como lo intento.
Siente como puedo volar hasta ti.
